Después de QUÍDAM,
me quedaba la desazón de lo fácil que era deshacerse del ejecutable
resultante. Decidí, entonces, ir un paso más allá. No quería eliminar la
voluntad del usuario, pues ese era el único paso que separaba al
proyecto de ser un virus propiamente dicho. Pero tampoco quería que el
resultado simplemente se borrara y ya. Me propuse, pues, que el producto
resultante fuese una carpeta imposible de borrar. Buscando en la Web
encontré que en la API de Windows existen palabras reservadas que no
permiten ser usadas para nombrar las carpetas. De manera convencional es
imposible crearlas, en cambio con un brevísimo script si se puede.
El algoritmo para lograrlo es el siguiente:
1. cree un archivo de texto en un directorio cualquiera.
2. nómbrelo “let it be”
3. ejecútelo y escriba el siguiente texto: md aux\
4. cambie la extensión “.txt” por “.bat”
5. ejecútelo
El resultado es una carpeta imposible de borrar convencionalmente. Usted puede:
1. ofuscarse tratando de borrarla
2. buscar vías alternativas para su eliminación (que por supuesto las hay)
3. no preocuparse y simplemente dejarlo existir.
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