martes, 10 de febrero de 2015

Quídam

La categoría sujeto, que es sumamente funcional para la filosofía es, en la práctica, una total abstracción. Esta designa una entidad autónoma capaz de autoreproducirse e incidir en la realidad mediante la producción de objetos. Como vemos en esta definición cabe desde un ser humano hasta una galaxia. El modo en que se ha definido el sujeto en la filosofía ha ido variando con el tiempo, en lo personal me siento identificado con la idea de “yo trascendental” de Kant, que relaciona al sujeto con el sustrato que subyace más allá del hecho. En otras palabras, en la producción de objetos es aquello que hace que continúe la secuencia, pues solo se conoce a sí mismo como objeto empírico.
Esta, básicamente, es la descripción de un ejecutable autorreplicante, usado muchas veces en el funcionamiento de los virus.
Pero yo no quería crear un virus, en cambio, me interesaba la voluntad del usuario en la replicación del software. Este proyecto creció significativamente en complejidad y no me fue posible
completarlo por mi cuenta. Por ello, la implementación corrió a cargo de un colaborador contratado al efecto. Él en principio no entendió el sentido del encargo, pero le pareció interesante su realización por ser informática pura sin mediaciones, algo casi inconcebible en la actualidad.
El funcionamiento se basa en un ejecutable que al ser activado abre un selector de archivos. En el directorio establecido por el usuario se compila una nueva instancia autónoma, que al ser activada abre un selector de archivo y se compila en el nuevo directorio y así sucesivamente.

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