La
categoría sujeto, que es sumamente funcional para la filosofía es, en
la práctica, una total abstracción. Esta designa una entidad autónoma
capaz de autoreproducirse e incidir en la realidad mediante la
producción de objetos. Como vemos en esta definición cabe desde un ser
humano hasta una galaxia. El modo en que se ha definido el sujeto en la
filosofía ha ido variando con el tiempo, en lo personal me siento
identificado con la idea de “yo trascendental” de Kant, que relaciona al
sujeto con el sustrato que subyace más allá del hecho. En otras
palabras, en la producción de objetos es aquello que hace que continúe
la secuencia, pues solo se conoce a sí mismo como objeto empírico.
Esta, básicamente, es la descripción de un ejecutable autorreplicante, usado muchas veces en el funcionamiento de los virus.
Pero yo no quería crear un virus, en cambio, me interesaba la voluntad
del usuario en la replicación del software. Este proyecto creció
significativamente en complejidad y no me fue posible completarlo
por mi cuenta. Por ello, la implementación corrió a cargo de un
colaborador contratado al efecto. Él en principio no entendió el sentido
del encargo, pero le pareció interesante su realización por ser
informática pura sin mediaciones, algo casi inconcebible en la
actualidad.
El funcionamiento se basa en un ejecutable que al ser activado abre un
selector de archivos. En el directorio establecido por el usuario se
compila una nueva instancia autónoma, que al ser activada abre un
selector de archivo y se compila en el nuevo directorio y así
sucesivamente.
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